viernes, 11 de noviembre de 2011

AntónSemionovich  Makarenko

PEDAGOGÍAS MARXISTAS.

Antón Semionovich  Makarenko es un pedagogo contundente, original, eficaz en relación con sus propósitos. Algunos autores manejan una convención terminológica bastante útil para empezar a desbrozar las diversas aportaciones pedagógicas producidas desde el marxismo. La propuesta consiste  en diferenciar entre pedagogía marxiana y pedagogía marxista. La primera comprende las reflexiones  y propuestas educativas inherentes a la obra de Marx (o más exactamente, a la de Marx y Engels). La segunda, por su parte, se referiría a las derivaciones  y desarrollos que sobre la educación han producido el pensamiento y los sistemas políticos que se han reclamado marxistas.
Los contenidos pedagógicos marcianos, son de dos clases, estos se corresponden además con las dos dimensiones clásicamente  reconocidas a la pedagogía. Es decir,  la dimensión descriptiva, que toma la educación como un aspecto  de la realidad social que es posible conocer (describir, explicar, comprender, criticar, etc.); y la dimensión normativa (o propositiva, proyectiva) que pretende no ya describir lo que hay, sino diseñar cómo debiera ser la educación proponiendo criterios, principios, métodos e instrumentos para conseguirlo. La pedagogía marxiana es predominantemente una pedagogía del trabajo, tanto en su dimensión crítica como proyectiva. Y en relación con esta última, en Marx se encuentran tres propuestas muy claramente formuladas:
La reivindicación del trabajo infantil: puede resultar sorprendente que después de denunciar la sangrante realidad del trabajo infantil en la sociedad de su época y cuando además se estaban iniciando los movimientos para legislar a favor de la erradicación del trabajo de los niños.
La combinación de trabajo y enseñanza: en la critica al programa de Gotha, Marx calificaría incluso de reaccionaria la prohibición del trabajo infantil. Se trata por tanto de que los niños, estudien y trabajen.
La formación polivalente: Se trata de formar al “hombre totalmente desarrollado”, al hombre “omnilateral”, de restituir su ser integro, cercenado, parcelado y enajenado por la división del trabajo industrial en la forma que adopta bajo el capitalismo.
El contexto político de quien ha sido como el pedagogo soviético por excelencia, Makarenko, fue el de los primeros años del nuevo Estado, con Lenin en la cabeza, que es cundo el pedagogo empieza a realizar sus experiencias más significativas, y el periodo estalinista, durante el cual prosigue primero con su tarea educativa directa para dedicar el último tramo de su vida a la reflexión y extensión de su pedagogía. El contexto real con el que se encuentra Makarenko es el de un país agrario, económico y socialmente devastado como consecuencia de la dominación zarista y de los durísimos años de la revolución. Con unos índices muy elevados de analfabetismo y un numeroso contingente de niños y jóvenes sin hogar y sumidos en la marginación y la delincuencia.

LOS PRINCIPIOS BÁSICOS: COLETIVIDAD Y TRABAJO.
Hay dos conceptos fundamentales que es preciso destacar pues son los que caracterizan claramente su pedagogía: colectividad y trabajo. Para Makarenko la colectividad se erige, a la vez, en un fin y en un medio fundamentales de la educación, de la misma manera, para Makarenko el educador es quien crea y organiza la colectividad, pero es ésta quien realmente educa a los individuos. Ahí reside una de las grandes ideas-fuerza del educador no sólo actúa relacionándose directamente con el educando, sino también, organizando el medio social en el que éste se desarrolla.
Y así Makarenko creará un colectivo fuerte, cohesionado, bien organizado, con metas claras y exigentes, en el impere una disciplina conscientemente asumida por todos, y que sea capaz de reconocer en una tradición propia y de generar su propia historia. Pero, en este punto de la organización social, las instituciones que creó Makarenko han sido consideradas como experiencias de autogestión educativa. El propio movimiento de la Pedagogía Institucional Francesa, que desarrolló lo mejor de la pedagogía autogestionaria de la década de los sesenta, reconoció explícitamente en Makarenko a uno de sus precursores. G. Lapassade puso al pedagogo soviético como modelo de una de las tres concepciones o tendencias de la autogestión, la que paradójicamente denominaba autoritaria. Autoritaria porque los modelos institucionales de funcionamiento eran propuestos desde arriba, pero autogestión al fin y al cabo ya que tales modelos posibilitaban la gestión de la institución por parte de la propia colectividad.

La pedagogía Makarenkiana es también una pedagogía es también una pedagogía del trabajo, una pedagogía  del trabajo stajanovista. Las instituciones dirigidas por él no sólo llegaron a autofinanciarse con el producto del trabajo de los dichos sino que incluso producían excedentes que ingresaban en las arcas del Estado. El trabajo es para Makarenko la otra instancia educativa fundamental. Pero se trata siempre de trabajo real; de trabajo efectivamente productivo, y no de un artificio con fines exclusivamente formativos o instructivitas. Y es que para Makarenko la potencialidad educativa del trabajo reside en que se trate de una actividad verdaderamente productiva y con sentido social. La de Makarenko es también una pedagogía del esfuerzo, del cultivo de la fuerza de voluntad, de la máxima exigencia al educando.

LA TECNICA PEDAGOGICA.
Un rasgo muy rescatable de la pedagogía de Makarenko es precisamente la forma en que la fue elaborando: desde su propia práctica, por ensayo y error, y sin partir de teorías que a pesar de conocerlas bien, según él porco tenía  que ver con el contexto y la realidad de los hicos que intentaban educa Makarenko                                                                                                                                                                                                    o no sólo desoía sino que, por lo que él mismo cuenta, se irritaba con las especulaciones procedentes de los teóricos situados en las alturas de lo que llamaba el “Olimpo Pedagógico”.
Para Makarenko la finalidad del proceso educativo estaba clara; el modelo de hombre que debía formarse (la personalidad comunista) se lo proporcionaba directamente el marco ideológico y político de su pedagogía. Es por eso que el problema acuciante él se lo planteaba en términos estricta y descaradamente técnicos. Pero que nadie se confunda, ni confunda la pretensión de Makarenko, porque la técnica pedagógica que él perseguía y que encontraba flagrantemente ausente de los planteamientos de la especulación educativa, era la más ambiciosa. No la de enseñar unos determinaos conocimientos o habilidades, sino la técnica de formar personalidades enteras. Una técnica municiona y matizada que fue construyendo a través  de su propia práctica, y una técnica que supo narrar en sus novelas pedagógicas y que también llegó a medio sistematizar en sus obras menos conocidas. Puesto que no es posible exponer todos sus pormenores, nos fijaremos de nuevo en los dos elementos centrales de su pedagogía: la colectividad y el trabajo.


Las comunidades y colonias creadas por Makarenko los educandos trabajaban. Dedicaban cinco horas diarias al trabajo escolar y cuatro horas al trabajo productivo, haciéndose cargo también de prácticamente todos los servicios necesarios de la colonia. Ésta  se organizaba en destacamentos, formados por entre diez y quince colonias y cada uno con su jefe. El destacamento constituía la colectividad primaria a partir de la  cual se organizaba la vida del colectivo completo de la colonia, que tenía como órgano de dirección al consejo de jefes.




 

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